Porque parte de esa cabeza estuvo antes
flotando por el espacio. Dando vueltas, a la velocidad de la luz.
Estuvo en una estrella a la que pidieron un deseo, formó parte de un
mar testigo de un mensaje en una botella a la deriva, de un cielo de
verano. Y siempre seguirá viajando, viendo y contando historias.
Mientras exista el tiempo estará en alguna parte del Universo. De
este Universo al que le gusta ser caprichoso y jugar a los dados,
artífice de esta obra maestra encargada de hacer que siempre viajes.
Quizás para ordenar las ideas de su cabeza. Quizás, comido por la
envidia, para sentirse un poco más humano. Para poder soñar, para
poder ser.
Que todos somos polvo de estrellas