Me he dado cuenta de la gran suerte que tengo. Suerte por tener lo que tengo, suerte por
vivir donde vivo. Suerte por, de entre todos las personitas que nacieron a la
vez que yo, nacer donde nací. O de dónde
nací.
Afortunado por pequeñas y grandes cosas. Por la música. Por
la clase media. Por el agua caliente. Por el agua.
Por cómo soy; Afortunado por darme cuenta de que soy
afortunado.
Y no, esto no chafa las cosas. La suerte te sigue si las
buscas.
A la señora suerte le gusta seguir a la gente que busca el trébol de cuatro hojas, le gusta seguir
a la gente que compra la lotería, que se atreve, que le planta cara al miedo y que llama a todos los timbres de todas las
puertas. A la señora suerte le gusta seguir a la gente que se levanta en medio
de la noche a por un vaso de zumo y que, sin saber muy bien por qué, se asoma a
la ventana y ve una estrella fugaz.
Afortunado por todos
estos cachitos de universo que me componen como un puzle donde se han recortado
los bordes de las piezas para hacer trampas.
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