lunes, 1 de septiembre de 2008

Coge aire...

Tripas

Un relato de San Destripado

Coged todo el aire que podáis. Este relato tendría que durar tanto tiempo como podáis contener la respiración.
Yo trabajaba conduciendo un autobús turístico por las mansiones más lujosas de Hollywood…
Todos los días el mismo recorrido y la misma gente… La casa de tal estrella de cine que vive con un cerdo como mascota… o la mansión donde vivía aquel director de cine y donde cierto asesino en serie asesinó a su mujer llamada Shannon… Siempre igual. Siempre lo mismo…
Hasta que un día decidí cambiar de ruta. Me detuve delante de una casa tipo rancho, en cuyo jardín había un hombre empujando un cortador de césped… Mi padre.
Cogí el micrófono del autobús y dije: Damas y caballeros, si miran a ese jardín podrán ver a San Mel… el Santo Patrón de la vergüenza y la ira… Casado con Santa Betty…La Santa Patrona de la humillación pública. Padres de Santa Wendy… La Patrona del aborto terapéutico.
Luego dirigí el autobús hasta mi propio apartamento.
Señoras y señores… este es el santuario de San Destripado… el Santo Patrón de la Masturbación.
Un amigo mío tenía 13 años cuando oyó hablar del “pegging”, que es como se llama cuando a un tío lo follan por el culo con un consolador.Se rumorea que puedes tener orgasmos explosivos sin rozarte siquiera el pene.
Mi amigo cogió una zanahoria y la talló hasta convertirla en una gran polla naranja. La untó de vaselina y se la metió en el culo. Pero no pasó nada… nada de orgasmo.
Luego su madre le gritó para que bajase a cenar. Así que él se sacó al zanahoria y la metió entre la ropa sucia que tenía bajo la cama.
Acabada la cena, subió a buscar la zanahoria y descubrió que su madre se había llevado toda la ropa sucia para lavarla.¡Era imposible que su madre no encontrara la zanahoria!
Aquel amigo pasó meses bajo una nube negra, esperando a que sus padres se encararan con él… pero nunca lo hicieron. Nunca. Incluso ahora que es adulto, aquella zanahoria invisible sigue suspendida sobre las cenas de Navidad y todas las fiestas de cumpleaños…
Algunos actos son demasiado bajos para tener nombre… demasiado bajos para hablar de ellos.
Lo que me trajo problemas a mis 14 años… era algo a lo que yo llamaba: Pescar Perlas.
En otras palabras, cascármela en la piscina, bajo el agua. En la parte más profunda de la piscina. Si estaba solo en casa, me pasaba la tarde entera haciendo aquello. Después de escupir mi chorro… mi semen, se quedaba suspendido en el agua en forma de pegotes grandes… o como yo lo llamaba… en forma de perlas. Salía del agua y luego me volvía a sumergir para recoger mis perlas del agua. Solo por si mi hermana o mi madre se quedaban preñadas de mi. Ese era mi miedo.
La mejor parte de pescar perlas era la entrada del aire del filtro de la piscina y de la bomba de circulación. Sentarse encima de ella era lo más cerca que me sentía de la felicidad absoluta.
La succión continua de la entrada de aire de la piscina me iba lamiendo y yo frotaba mi escuálido culo sobre aquella sensación. Mis padres se habían ido al trabajo y mi hermana tenía ballet. Subí a coger aire y me volví a sumergir en el fondo. Aunque en realidad, con la polla dura y algo comiéndome el culo, yo apenas necesitaba aire.
De hacerme pajas, yo tenía una capacidad pulmonar enorme.
Entonces las perlas brotaron…Fue en ese momento cuando necesité tomar aire. Del gemido que solté de placer al correrme.Pero cuando intenté patalear contra el fondo… no podía.
Los enfermeros del servicio de urgencias dicen que cada año hay unas 150 personas que son succionadas por una bomba de circulación. La gente simplemente no habla de ello.
Levantando la rodilla y metiendo un pie a presión debajo de mí conseguí levantarme. Entonces noté el tirón en el culo. Pasé otro pie por debajo de mí y me impulsé hacia arriba. Mientras ascendía a la superficie me giré y miré hacia abajo, pero lo que vi no tenía sentido. Una gran soga gruesa de color azul. Como una serpiente que emergía desde el filtro y me estaba agarrando el culo. Dentro de la serpiente, apelotonados en su interior, se veían restos de maíz y cacahuetes.
Fue ver los cacahuetes lo que me salvó la vida. No era una serpiente… era mi intestino grueso que se me había salido. Lo que los médicos llaman un “prolapso”. Eran mis tripas succionadas por el desagüe.
He de deciros que las tripas en sí no tienen mucho dolor. No de la misma forma que la piel siente dolor. Si nadaba hasta la superficie para coger aire, me quedaría sin tripas. Y si no nadaba, me ahogaría.Podía elegir entre morirme en ese instante o morirme al cabo de un minuto.
Así que hice lo siguiente: Me di la vuelta. Me pasé un codo por detrás de la rodilla y me levanté la pierna hasta la cara. Luego me puse a darme dentelladas en el culo. Cuando se te acaba el aire, eres capaz de morder cualquier cosa con tal de volver a respirar.
Si os contase como sabía… nunca más volveríais a comer calamares.
Nunca supe que asqueó más a mis padres…cómo me había metido en aquel lío… o cómo me había salvado. Últimamente la gente siempre dicen que estoy demasiado flaco, pero después de sufrir una resección intestinal radical, la comida no se digiere muy bien.
La mayoría de la gente tiene un metro sesenta de intestino. Yo doy gracias a Dios por tener veinte centímetros. Mis padres nunca mencionaron aquello. Nunca. Ni cuando a mi hermana no le vino la regla.Ni siquiera después de que cambiaran el agua de la piscina… ni siquiera después de mudarnos. Ni tampoco después del aborto de mi hermana. Nunca.Esa es la zanahoria invisible de mi familia.
Ahora ya podéis respirar hondo otra vez. Yo aún no he podido.

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